“Cualquier contacto es un ajuste creador del organismo y del entorno”. (PHG, p.9)
El contacto se define como la conciencia del campo, no designa una relación, simplemente articula el organismo con un entorno, sea objeto o humano. Consiste en la formación de una figura de interés que se destaca sobre un fondo o campo Organismo/Entorno.
Con figura nos referimos a lo experimentado en cada momento, es la integración creativa de la experiencia en una unidad estructurada y delimitada, es una totalidad significativa e intencional, o sea una gestalt.
El fondo es de donde emergen, se nutren y sustentan las figuras, no es consciente, al no ser experimentado como interesante ni problemático. El contacto siempre se produce en el presente y se despliega en la frontera entre un organismo y su entorno O/E.
Es un proceso que nace de la excitación del organismo como consecuencia de un estímulo que puede ser interno o externo, que activa la dinámica figura-fondo. El proceso de contacto es una totalidad única que se puede distinguir por comodidad en 4 fases y es el Self que se ocupa de desarrollarlo.
El proceso comienza desde una fase de pre-contacto, cuando por alguna razón se rompe la homeostasis; desde una situación de indiferenciación, plenitud y falta de excitación se pasa a la percepción de alguna sensación. Las situaciones fisiológicas inacabadas se excitan periódicamente en la frontera-contacto debido a alguna carencia o exceso, el cuerpo es el fondo. Cuando el estímulo es bien acogido se empieza a constituir una figura de interés que va tomando relevancia, se empieza a reconocer una necesidad que orienta la posible acción.
Una vez esclarecida la necesidad, aumenta la actividad motora para poder accionar, es la fase de toma de contacto. Hay elección y rechazo de las posibilidades, agresiòn para acercarse y superar los obstáculos. También surge la emocionalidad que aporta la direccionalidad y la fuerza a esta fase del ajuste creativo.
Finalmente llega el contacto final o pleno, se relaja cualquier actitud deliberada ya que no se necesita el control del entorno. Hay una acción espontánea de percepción, movimiento y sentimiento (PHG, p.227). El self está completamente comprometido en la situación, inmerso en la experiencia presente, real. Se siente placer al relajar la tensión de la excitación, la experiencia es plena, se unifica el O/E.
En la fase de post-contacto disminuye la conciencia, y todo lo inherente a la actividad psicológica. Se produce el paso de lo psicológico a lo fisiológico, o sea que el organismo vuelve a un estado de homeostasis y a la asimilación de la novedad que tuvo lugar en el ajuste creativo. El Organismo se reconfigura para integrar este nuevo material, de manera que pase a formar parte de él.
El proceso de contacto no siempre se da de una buena forma, cuanto más complejo es el campo, mayor posibilidad hay de que por parte del organismo o del entorno haya una rigidez o algunas interrupciones, estas son originariamente habilidades de contacto, útiles y saludables en determinadas ocasiones.
En el pre-contacto encontramos la confluencia o indiferenciación, es saludable y esperable en la indiferenciación entre madre y bebé, por ejemplo, o en general en el post-contacto, previo a la emersión de una nueva sensación en respuesta a un estímulo. La reconocemos como interrupción cuando, por miedo al sentir o a la diferenciación se disminuye la sensibilidad, lo que no permite empezar el proceso de contacto, por ende un crecimiento.
La introyección se da en cualquier proceso de asimilación, consiste en absorber algo del entorno sin comprobar antes si es útil o no, esto es necesario en toda fase inicial del los procesos de aprendizaje, suele presentarse como interrupción justo antes de la toma de contacto, como creencia limitante y/o paralizante.
La proyección sirve para rellenar la información faltante, se vuelve interrupción cuando, en las fases iniciales de la toma de contacto, el cuerpo no puede tolerar la excitación por ende la proyecta en el entorno atribuyéndole características propias.
En la parte final de esta misma fase puede darse la retroflexión, como habilidad de contacto se ocupa de elegir o rechazar posibilidades, como interrupción es una vuelta sobre sí mismo de la energía movilizada, ya que él mismo es el objeto que le ofrece mayor seguridad para recibirla.
El egotismo, o plena diferenciación, se vuelve una interrupción cuando no permite la entrega, impidiendo llegar al contacto final.
Es importante enfatizar que aún como interrupciones del contacto, siguen siendo el mejor ajuste posible en ese momento. Por eso decimos que la tarea fundamental del terapeuta es apoyar las interrupciones, reconociendo que es lo que se puede sostener en ese momento, brindando un espacio seguro para experimentar modalidades novedosas y sanadoras en lugar de forzar un cambio.
Bibliografía
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